miércoles, 26 de febrero de 2025

Procrastinar: El Hábito que Sabotea tu Potencial Académico

 
Procrastinar: El Hábito que Sabotea tu Potencial Académico

Línea de investigación: Líderes educativos
Autor: Laura Alarcón

La procrastinación es un fenómeno que afecta tanto a estudiantes como a profesores en el ámbito académico. A pesar de tener la intención de cumplir con las tareas a tiempo, muchas veces postergamos lo importante en favor de actividades de menor prioridad. Según un estudio de Steel (2007), aproximadamente el 80-95% de los estudiantes universitarios procrastinan en algún momento, y un 50% lo hace de manera crónica. ¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo afecta el rendimiento académico y la enseñanza? Comprender la procrastinación es el primer paso para combatirla y fomentar una educación más eficiente y menos estresante.

La procrastinación no es solo una cuestión de falta de disciplina, sino que tiene bases científicas. Investigaciones en neurociencia han demostrado que cuando procrastinamos, nuestro cerebro prioriza la gratificación inmediata en lugar de recompensas a largo plazo. La corteza prefrontal, responsable de la planificación y el autocontrol, lucha constantemente contra el sistema límbico, que busca placer inmediato. Esto explica por qué los estudiantes suelen preferir ver videos o usar redes sociales en lugar de estudiar para un examen. De hecho, un estudio de Piers Steel y Joseph Ferrari (2013) encontró que los procrastinadores tienden a tener niveles más altos de ansiedad y menor rendimiento académico, lo que crea un ciclo difícil de romper.

Los efectos de la procrastinación en la educación son significativos. En el caso de los estudiantes, se asocia con estrés elevado, calidad de trabajo deficiente y bajo desempeño académico. Un estudio de la Universidad de Calgary reveló que el 70% de los estudiantes que procrastinan experimentan niveles de ansiedad que afectan su bienestar mental. En el caso de los docentes, la procrastinación puede manifestarse en la postergación de evaluaciones o planificación de clases, lo que impacta la calidad del aprendizaje. Sin estrategias efectivas para abordar este problema, la procrastinación puede convertirse en un obstáculo para el crecimiento académico y profesional.

La procrastinación no es solo un mal hábito, sino un problema con raíces psicológicas que afecta el aprendizaje y la enseñanza. Sin embargo, existen estrategias para superarla: dividir las tareas en pequeños objetivos, usar técnicas como la técnica Pomodoro y la planificación anticipada pueden marcar la diferencia. La clave está en entender que cada acción postergada es una oportunidad perdida. Como educadores y estudiantes, debemos transformar la procrastinación en productividad, asegurando así un futuro académico exitoso. Después de todo, el mejor momento para actuar no es mañana, sino hoy.

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