Procrastinar:
El Hábito que Sabotea tu Potencial Académico
Autor: Laura Alarcón
La
procrastinación es un fenómeno que afecta tanto a estudiantes como a profesores
en el ámbito académico. A pesar de tener la intención de cumplir con las tareas
a tiempo, muchas veces postergamos lo importante en favor de actividades de
menor prioridad. Según un estudio de Steel (2007), aproximadamente el 80-95% de
los estudiantes universitarios procrastinan en algún momento, y un 50% lo hace
de manera crónica. ¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo afecta el rendimiento académico
y la enseñanza? Comprender la procrastinación es el primer paso para combatirla
y fomentar una educación más eficiente y menos estresante.
La
procrastinación no es solo una cuestión de falta de disciplina, sino que tiene
bases científicas. Investigaciones en neurociencia han demostrado que cuando
procrastinamos, nuestro cerebro prioriza la gratificación inmediata en lugar de
recompensas a largo plazo. La corteza prefrontal, responsable de la
planificación y el autocontrol, lucha constantemente contra el sistema límbico,
que busca placer inmediato. Esto explica por qué los estudiantes suelen
preferir ver videos o usar redes sociales en lugar de estudiar para un examen.
De hecho, un estudio de Piers Steel y Joseph Ferrari (2013) encontró que los
procrastinadores tienden a tener niveles más altos de ansiedad y menor
rendimiento académico, lo que crea un ciclo difícil de romper.
Los
efectos de la procrastinación en la educación son significativos. En el caso de
los estudiantes, se asocia con estrés elevado, calidad de trabajo deficiente y
bajo desempeño académico. Un estudio de la Universidad de Calgary reveló que el
70% de los estudiantes que procrastinan experimentan niveles de ansiedad que
afectan su bienestar mental. En el caso de los docentes, la procrastinación
puede manifestarse en la postergación de evaluaciones o planificación de
clases, lo que impacta la calidad del aprendizaje. Sin estrategias efectivas
para abordar este problema, la procrastinación puede convertirse en un
obstáculo para el crecimiento académico y profesional.
La
procrastinación no es solo un mal hábito, sino un problema con raíces
psicológicas que afecta el aprendizaje y la enseñanza. Sin embargo, existen
estrategias para superarla: dividir las tareas en pequeños objetivos, usar
técnicas como la técnica Pomodoro y la planificación anticipada pueden marcar
la diferencia. La clave está en entender que cada acción postergada es una
oportunidad perdida. Como educadores y estudiantes, debemos transformar la
procrastinación en productividad, asegurando así un futuro académico exitoso.
Después de todo, el mejor momento para actuar no es mañana, sino hoy.
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