El poder del lenguaje: beneficios cognitivos de aprender un nuevo idioma
Línea de investigación: Promoción pregrados
Autora: Laura Alarcón
Aprender un nuevo idioma es
mucho más que adquirir vocabulario y reglas gramaticales; es una experiencia
transformadora que activa distintas áreas del cerebro y potencia nuestras
capacidades cognitivas. En un mundo interconectado, el dominio de varias
lenguas se convierte no solo en una ventaja social y profesional, sino también
en una oportunidad para fortalecer el pensamiento, la memoria y la agilidad
mental. Numerosos estudios científicos han demostrado que las personas
bilingües o multilingües presentan mejoras significativas en funciones
ejecutivas como la atención selectiva, la toma de decisiones y la resolución de
problemas.
Diversas investigaciones
respaldan la idea de que aprender idiomas fortalece el cerebro. Un estudio realizado
por la University College London evidenció que el aprendizaje intensivo de una
lengua extranjera provoca un aumento en la densidad de la materia gris en el
cerebro, especialmente en áreas relacionadas con el procesamiento de la
información, el control ejecutivo y la memoria. Asimismo, la Universidad de
York en Canadá reportó que los adultos bilingües tienen un 32% menos de
probabilidades de desarrollar demencia en la vejez, en comparación con quienes
hablan solo un idioma. Estos hallazgos sugieren que el aprendizaje lingüístico
no solo es beneficioso en la juventud o etapa académica, sino que tiene efectos
positivos a lo largo de toda la vida, preservando la salud cerebral en la
adultez y la vejez.
Por otro lado, el estudio de
idiomas mejora la capacidad de concentración y flexibilidad cognitiva,
cualidades esenciales en un entorno educativo o laboral dinámico. Según un
informe de la American Academy of Arts and Sciences (2023), los estudiantes que
aprenden una segunda lengua muestran un mejor desempeño en tareas multitarea y
mayor sensibilidad a los detalles en entornos complejos. Además, el bilingüismo
está relacionado con una mayor capacidad de abstracción, ya que quienes manejan
dos o más códigos lingüísticos tienden a desarrollar un pensamiento más
creativo y una comprensión más profunda de la realidad. Estas habilidades, cada
vez más valoradas, fortalecen no solo el perfil profesional, sino también la
autoconfianza y el desarrollo integral del individuo.
En conclusión, aprender un
idioma es una inversión en el propio bienestar cognitivo, emocional y social.
No se trata únicamente de comunicarse con otros, sino de expandir los límites
de la mente y abrir nuevas posibilidades de comprensión del mundo. Estudiar
lenguas extranjeras no solo mejora la memoria y la concentración, sino que
también nos ayuda a vivir con mayor agilidad mental, empatía y curiosidad
intelectual. En tiempos en los que se valora la innovación, el pensamiento
crítico y la adaptabilidad, el aprendizaje de idiomas emerge como una herramienta
poderosa para quienes desean crecer, aprender y dejar una huella positiva en su
entorno.
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